Empecemos por el principio. La semana pasada os prometía la luna, pero no vamos a soltarlo todo del tirón. Antes de arrancar con mi historia en el ocio nocturno de Barcelona, tengo que poneros en situación. Me acojona mucho ver los niños hoy en día con 13 añitos pidiendo DNI para salir a salas +14. Y ya es de otra galaxia los que llevan dos sesiones y dicen que quieren ir a una +16 porque en las de su edad está “lleno de críos”. A bote pronto y que recuerde, la última sala que ofrecía la opción de menores fue Soho The Club, dentro de todas las que ofrecemos desde BN GRUP. Lo mismo pasa con la transición a las +18. ¿Pero qué prisa tienes, chiquillo?
La cuestión es que yo no empecé a salir hasta los 18. 18 años, sí. Y casi porque me obligaban los colegas. En la historia de hoy (100% basada en hechos reales, como siempre) os ubico junto a mi inseparable Jordi entrando a la discoteca de moda en calle Tarragona que tantos nombres ha tenido (juraría que fue Attic en aquel momento)… un sábado por la tarde, con 20 años. A eso de las 19.00. Nos vamos a comer, nos entonamos con unas sangrías mientras asomaba el verano y preparamos unas 12 horas de fiesta del tirón. Porque claro, eres joven, el cuerpo aguanta lo que le echen, y los exámenes todos sabemos que se aprueban estudiando el día antes pese a tener 400 hojas por delante y detrás de temario, ¿no?
Como buenos “maduritos” que salen de tarde (recordad, +16 donde estábamos yendo) esperamos a que entrara toda la juventud y no hubiera colas. Hasta aquí, todo sigue cierta lógica. Lo que continúa la historia nos marcó para el resto de nuestra vida.
El clásico portero-selector-machaca de la puerta nos pide el DNI. Y nosotros pensando “pero para qué nos lo pides, que no ves que tenemos la edad?”. Y claro que la tenemos.
- · Toma. Tenemos ya 20, eh.
- · Sí, bueno, es lo que quería comprobar.
- · Pues sí, y mi colega 21.
- · A ver… si no es que lo ponga en duda.
(nos pega un repaso de arriba a abajo como todos, perdonando nuestras vidas)
- · ¿Es que nos sóis un poco mayorcitos como para andar en sesiones de niños?
Puedo juraros que apartó la mirada, nos devolvió los DNIs, y nos hizo pasar por la puerta por la que no se pagaba. La vergüenza recorrió nuestros cuerpos de arriba a abajo y pese a que cuando se nos pasó el sonrojo nos reímos un montón (no llegaríamos a salir por la noche de la juvenil tajada que cogimos), no olvidaríamos jamás el reverso de lo mismo que os he dicho antes: HAY UNA EDAD PARA TODO.
Actualmente en Barcelona la normativa prohíbe a gente fuera de la franja de edad de una sesión entrar a dicha sesión (nos lo hubieran prohibido), pero la moraleja es sencilla. Disfruta de la edad que tienes en el entorno que te toca. Si acabas de hacer 19 no te vengas arriba y sé paciente. Hay sesiones muy chulas como los sábados de Oak Barcelona que son +21 y respetan la edad a rajatabla. Cuando te llegue el momento y entres, apreciarás no estar rodeado de lo que llamabas “críos”… y eras tú hace dos días!
Y hasta aquí mi historia de hoy. La semana que viene os contaremos testimonios reales acerca de CÓMO NO CONTESTARLE A UN PORTERO CUANDO VAS COMO UNA CUBA. Si vivimos para contarlo, claro!